Un visitante inesperado (Isaak)

El largo día de trabajo había llegado a su fin y tras dar cuenta de una cena sencilla a base de sopa y pescado había decidido dejar a los demás en las caravanas haciendo sus cosas para ir a darse su acostumbrado baño nocturno al río. Desde que habían llegado años atrás a Missing Mile él y los suyos se habían asentado en esa zona y la habían hecho suya. Allí nadie les molestaba, la mala fama que tenían los gitanos entre la población humana, pero sobre todo en la sobrenatural, los mantenía casi aislados de todos los demás, pero Heinrich se había esforzado en intentar integral a los más jóvenes alentándoles a estudiar y a relacionarse más con los habitantes del pueblo.

Aunque respetaba las tradiciones consideraba muchas de ellas arcaicas y desfasadas y si querían dejar de sufrir la discriminación a la que estaban más que habituados, y que le sacaba de quicio, no podían quedarse anclados en el pasado. Por eso había abierto un negocio de reparación de vehículos y aunque al principio costó mucho que funcionara poco a poco fue ganando una clientela más o menos fiel y que le había permitido dar una vida algo mejor a los suyos.

Soltó su larga melena del agarre tras su nuca y se empezó a quitar la ropa despacio, dejándola doblada sobre una roca hasta quedar totalmente desnudo y se sumergió en las claras y frías aguas del río. Le gustaba nadar de noche, cuando los más jóvenes estaban ya acostados o hacían sus deberes, para poder relajarse y pensar en sus cosas con toda tranquilidad. Hasta allí nunca iban humanos, ni otras criaturas, aunque a veces recibían la visita de algún vampiro, como era el caso de Northman, o de alguien que quería que los gitanos le realizaran un trabajo mágico, pero por lo general en esa zona estaban seguros. Ni siquiera los Fenrir se atrevían a acercarse por allí, puede que fueran temerarios pero no tan estúpidos para no saber que si se les ocurría poner un pie en esa parte del río sufrirían unas terribles consecuencias.

Nadó unos cuantos largos antes de quedar flotando sobre las limpias aguas del río con los ojos cerrados y totalmente relajado y sin preocupación alguna. A Heinrich no le molestaba el frío especialmente, e incluso en otoño y algunos días de invierno nadaba en aquellas aguas, para él era una especie de ritual que le hacían sentir en conexión con su yo interior y el entorno.

Tras una larga jornada en la clínica y en el taller de reparación de vehículos, el rubio se dispuso a poner rumbo de vuelta hacia su vivienda junto al bosque. La zona residencial en la que vivía, estaba a pocos minutos alejada del centro de la población. Era un lugar más tranquilo y alejado, rodeado de naturaleza y elevado al estar junto a una montaña. El ruso vivía encantado, normalmente solía dar algún que otro paseo nocturno o diurno por los alrededores en los que había un río y algún que otro campamento alejado entre los árboles. Allí desconectaba de su rutina diaria y se relajaba, disfrutaba del silencio de vez en cuando.

Una vez llegó a casa, aparcó el coche fuera junto a la puerta del garaje y salió del vehículo. Iba algo pringado a causa de su trabajo en el taller, las manchas de aceite y gasolina a veces eran inevitables, pero las camisetas se quedaban como nuevas una vez las lavaba. Lo primero que hizo fue cambiarse las prendas de la ropa y lavarse un poco la cara para despejarse. Tras unos minutos contemplándose frente al espejo, desvió la mirada por la ventana para fijarse en el paisaje frío, misterioso y solitario, que le recordaba a su país natal. Hacía días e incluso semanas que no se aventuraba por los bosques y visitaba sus lugares favoritos por falta de tiempo,  como el río.

A pesar de fijarse en como anochecía en Missing Miles, no se echó para atrás con la idea de salir a tomar el aire, aunque tuvo que prepararse para prevenir en caso de encontrarse con alguna criatura sobrenatural, ya que no sería la primera vez. En un pequeño armario en su habitación tenía escondidas armas de todo tipo, desde ballestas, escopetas, otras armas de fuego y armas blancas. No solía atacar a nadie si no tenía el motivo. Se llevó consigo un revólver que le regaló su padre antes de marcharse de Rusia como recuerdo, aunque solo lo utilizaría en caso de emergencia.

Tras la preparación, se dispuso a abandonar el domicilio y caminar hasta la parte trasera de su casa, por donde conocía un pequeño camino que le ayudaría a atravesar el bosque con facilidad para llegar al río. El cielo se impregnaba de oscuridad mientras avanzaba y respiraba profundamente. No se escuchaba absolutamente nada, el ambiente era calmado. Pronto llegaría al lago, pues ya escuchaba el fluir del agua cerca de él. Sin embargo, justo antes de adentrarse a la zona, escuchó como si hubiera alguien en el agua y automáticamente se escondió tras un tronco y se asomó para comprobarlo.

Sus ojos vislumbraron algo de ropa junto a una roca, pero no parecía que tuviera algún rasguño, si no que estaba colocada de forma ordenada. La oscuridad tampoco le permitía ver mucho más allá, así que avanzó y salió de entre los árboles para acercarse a la orilla del río. Entonces vio como algo nadaba entre aquellas aguas, parecía ser un humano. - Vaya vaya, no esperaba encontrarme a alguien a estas horas por aquí. - mencionó tomando asiento sobre el césped, acomodándose. Aún no había distinguido muy bien la figura de la persona, aunque parecía un hombre. - Pocas personas conocen este lugar, aquí suelen reunirse algunas criaturas, aunque no te veo preocupado. - dijo con una pequeña sonrisa mientras observaba como nadaba tranquilamente. Se atrevió a introducir la mano en el agua para probarla, y evidentemente estaba algo fría. Desvió la mirada hacia el cielo nocturno y estrellado, de nuevo se podía ver un paisaje hermoso, el cual decidió contemplar mientras esperaba una respuesta.

Movió los brazos de forma lenta y suave manteniendo así su cuerpo a flote y provocando ondas en el agua que se iban dispersando de manera silenciosa a su alrededor. Los únicos sonidos que llegaban amortiguados por el arrullo del agua eran los que producían las aves nocturnas y los grillos y algún que otro pequeño roedor en busca de alimento. Mantenía cerrados sus ojos azules y una expresión de absoluta relajación en la cara mientras flotaba en aquellas aguas pero tras unos pocos minutos se empezó a sentir inquieto por alguna razón. Pensó que se debía al cansancio o a que estaba acostumbrado a estar alerta y pocas veces se permitía relajarse por completo así que no hizo mucho caso de esa sensación en un principio y trató de olvidarse, pero se sentía observado y no pudo alejar ese pensamiento de su mente durante más de unos pocos segundos.

Cuando una voz desconocida llegó repentinamente a sus oídos se sobresaltó y dejó de flotar en el agua para sumergirse un instante. Cuando emergió miró en rededor hasta dar con la fuente de la voz. A lo lejos, muy cerca de dónde él había dejado su ropa doblada sobre la roca, asomaba un rostro desconocido para él. Era un hombre joven y rubio que estaba sentado tranquilamente sobre la hierva y lo observaba sin pudor alguno. El gitano miró con incredulidad a ese hombre por la manera despreocupada en la que se dirigía a él, cómo si ignorase que el que corría verdadero peligro en aquella parte del río era él mismo. Heinrich no dijo nada, en cambio nadó hacía la orilla y cuando hizo pie quedando erguido para salir del agua con lentitud.

Una vez fuera de ésta y sin ningún pudor por estar totalmente desnudo ante ese desconocido se acercó a él - ¿ Por qué debería estar preocupado ? Cualquier criatura sensata que pisa esta parte del rio sabe de sobra que ésta zona y las zonas boscosas colindantes pertenecen a Heinrich Rumancek y los suyos y como resulta que yo soy ese tal Heinrich no veo motivo por el cual debería sentirme amenazado en mis dominos - Se miró las uñas despreocupadamente unos instantes para poco después dirigir su mirada al chico rubio - a no ser que hayas venido aquí con intenciones poco honorables - dijo ahora con una mirada serio y desconfiada, Hein era por naturaleza una persona a la que no le gustaban los extraños, ganar su confianza era tarea difícil y era sumamente territorial y protector con todo lo que consideraba suyo - si ese es el caso te aconsejo que borres esa sonrisa de tus labios y regreses por donde has venido, cómo has dicho éste lugar es punto de reunión de peligrosas criaturas a las que no servirías ni cómo aperitivo -

La noche era larga, pero desconocía cuanto tiempo permanecería junto a la orilla del río, uno de sus lugares favoritos en Missing Mile. No tenía ningún tipo de miedo por las criaturas que pudieran aparecer, únicamente se sentía intrigado por saber de quién se trataba la figura que nadaba por las frías aguas a esas horas. Seguramente aquel desconocido se sorprendería de la misma forma que Isaak, pues no era común encontrarse a personas en los terrenos más externos al pueblo, considerados como zonas limítrofes. Los peligros eran mayores, y más cuando el cielo nocturno dominaba el paisaje. Sin embargo, llevaba mucho tiempo cruzando los límites para adentrarse en el bosque y estudiar a las criaturas que acechaban en el interior; estaba familiarizado con todo lo que ocurría allí.

Pronto, escuchó de nuevo el agua moverse, y sus ojos se desviaron hacia la orilla, de la cual salía la figura de un hombre poco a poco del río. Tragó saliva, pues hasta entonces no había podido verle claramente debido a la oscuridad. No tenía ningún tipo de inconveniente en que estuviera desnudo, no era incómodo, mantuvo la vista fijada en él hasta que su voz me desconcertó todavía más. Era un hombre diferente, tenía un extraño presentimiento, pero él siempre había sido un chico muy curioso. Cuando escuchó su nombre y como su forma de hablar, supo que la persona con la que hablaba no estaba bromeando.  Se incorporó sobre el césped y se quedó frente a él de pie, con una postura firme. -  Disculpa, no sabía que eras un Rumancek, y menos Heinrich, de todas formas no tengo ninguna mala intención al venir a este lugar, vengo desde hace mucho tiempo y siempre he estado solo disfrutando del paisaje y viendo el día pasar cuando necesitaba un descanso. - aclaró con seriedad y luego desvió su vista para contemplar el lugar y suspirar.

Comprendía a la perfección su actitud frente al ruso, pues el señor Rumancek no estaría acostumbrado a recibir en su territorio visitas de extraños, aunque a decir verdad, Isaak nunca había tenido problemas hasta esa misma noche. - Sólo soy un simple humano, estoy acostumbrado a las criaturas que rodean el bosque, desde que vengo al río he experimentado muchas situaciones comprometidas, hasta el punto en el que he sentido la necesidad de estudiar a fondo y analizar a estas criaturas. - hizo una mueca y luego frunció el ceño, volviendo a dirigir la mirada hacia él. - No sé que debo hacer para que confíes en mí y me creas cuando te digo que no tengo nada en contra de los tuyos, ni el más mínimo en interés de buscar problemas con vosotros, solo soy un ser humano más, un chico normal y corriente. - mencionó con seguridad, pues no tenía nada que ocultarle a él, había dejado claras sus intenciones, y probablemente el hombre hacía lo que solía hacer el rubio allí, descansar y desconectar.

Dio unos pasos por la orilla y miró hacia el cielo, contemplándolo. Después, bajó la vista y perdió la mirada en los movimientos del agua. - Te aseguro que solo he venido a relajarme, como solía hacer antes, soy un hombre de palabra. - reafirmó y volvió a mirarle de arriba abajo, guardando silencio después de un largo discurso en el que había sido lo más sincero posible.

El gitano tomó su larga melena castaña entre las manos para escurrir de ella el exceso de agua mientras observaba como el hombre rubio se incorporaba y quedaba de pie frente a él. Su semblante había cambiado desde el primer momento en el que Heinrich había puesto sus ojos en él, en esos momentos había lucido relajado y como si no tuviera ninguna preocuación en el mundo pero eso había cambiado en el momento en el que le hizo saber quien era y que estaba en lo que él consideraba sus dominios. Ciertamente no había ningún tipo de documento que legitimara a él ni a ninguno de los suyos como dueños por derecho de esa zona, la gente simplemente lo había asumido desde el momento en que los gitanos llegaron al pueblo muchas décadas atrás y seguía siendo así hasta el día de hoy, nadie  había logrado echarlos, ni siquiera cuando su clan fue diezmado por la guerra iniciada por Lucian Fenrir años atrás habían logrado que los Rumancek flaquearan o cedieran un ápice. Ahora había una especie de acuerdo tácito y mudo entre ambos clanes y desde había algún tiempo su convivencia era más pacífica pero no por ello ni él ni los suyos habían bajado la guardia.

Henrich levantó las cejas a la vez que soltaba su pelo y alargaba una mano para buscar su camisa por la disculpa inicial del hombre pero sobre todo porque éste aseguró que llevaba tiempo yendo a ese lugar para relajarse - Es extraño que ninguno de los míos te haya detectado antes, yo mismo suelo venir aquí bastante a menudo y jamás te había visto - miró con suspicacia al otro mientras deslizaba en esos momentos unos bóxer blancos para tapar así su desnudez de cintura para abajo. Una vez puestos buscó un cigarrillo en el bolsillo de su pantalón que encendió tranquilamente mientras el otro hombre seguía dándole explicaciones.

El gitano alzó una mano  e hizo una mueca- hablas demasiado, para ya por favor - su tono al hablar era serio pero no desagradable ni hostil, incluso después de hacerle callar esbozó una ligera sonrisa mirando al otro. Se acercó a la orilla y se puso al lado del rubio - Si te considerase una amenaza inmediata te aseguro que ahora tu sangre estaría cubriendo mis manos. Te habría cortado el cuello y enterrado entre esos árboles - dijo desviando la mirada hacía un grupo de árboles unos metros hacía la derecha - No puedes hacer nada para que yo confíe en ti, pero creo que eres sincero al decir que no tienes malas intenciones y que lo único que querías era relajarte. - caló su cigarrillo una vez más y soltó una nube de humo que se desdibujó en el aire unos metros por encima de ellos -  Dices que no tienes nada contra mi y los míos, y yo tampoco lo tengo contra ti porque ni siquiera te conozco pero has de saber que si eres tan imprudente como pareces ser podrías encontrarte en algún problema, no todos los mios son tan racionales y comprensivos con los de fuera cómo yo. Te pediría que de ahora en adelante te comunicaras conmigo cuando quieras venir. Espera...- se alejó unos momentos para regresar de la roca donde aún reposaban sus pantalones y de los que había sacado un bolígrafo negro. Tomó el brazo del chico y le levantó la manga y apuntó un número - basta que me mandes un mensaje para hacerme saber que vendrás, y así yo podré poner sobre aviso a los míos, al menos así te evitarás problemas de entrada con ellos- tras acabar de escribir el número se guardó el boli en el bolsillo de la camisa - ¿ Cual es tu nombre, chico normal que solo viene a relajarse en mis tierras ? - exigió saber mirándole intensamente - me gusta saber con quien estoy tratando en cada momento -

En lugar de buscar la tranquilidad de la noche, el ruso obtuvo más problemas por meterse en territorio de otras personas, aunque en su defensa, no sabía en absoluto que aquel lugar perteneciera a aquel hombre, pues no era la primera vez que había estado allí. Mientras el otro chico se iba vistiendo, Isaak suspiró y le dio vueltas a la cabeza después de toda la charla que acababa de soltar. Reflexionó sobre la situación, igual Heinrich acabaría echándole del lugar y privándole la entrada, en el fondo lo entendía, si lo que quería proteger era su territorio y a los suyos de cualquier desconocido como él.

Alzó la vista para mirarle y asintió con su cabeza, pues era verdad que él tampoco había visto nunca a nadie por aquel lugar. En el fondo no estaba ni avergonzado, ni intimidado, ni nervioso, simplemente confundido por la situación tan extraña que estaba viviendo en aquel instante. -  Lo mismo digo, nunca he visto a ninguno de los tuyos y menos a ti, pensaba que nadie conocía esto. - se encogió de hombros y miró a su alrededor, estaba todo oscuro, aunque la tenue luz de la luna iluminaba las copas de los árboles y esta se reflejaba en el río. Por un momento pudo suspirar aliviado cuando le respondió de aquella forma, sabía que un Rumancek nunca se andaba con juegos ni tonterías, así que ahora se sentía más seguro con él aunque no confiara en el ruso. -  La próxima vez tendré más cuidado te lo aseguro. - confesó girándose hacia él, pues notó su presencia junto a él en la orilla.

El rubio observó atentamente lo que hacía, no puso resistencia cuando se acercó para tomarle del brazo y comenzar a escribirle. Intentó mirar con sus ojos de qué se trataba, pero no pudo hasta que terminó. Después se miró el brazo y luego desvió la vista hacia él. -  Está bien, gracias por protegerme, te debo una... - se mordió el labio inferior y miró hacia el cielo nocturno. - Isaak. - mencionó con seriedad mirándole de reojo. - Zhdánov. - terminó con sinceridad y luego decidió agacharse para tomar asiento en el césped frente a la orilla. -  Estás tratando con un médico y un mecánico en su tiempo libre. - comenzó a reír un poco y cogió una piedra pequeña para lanzarla hacia el río e intentar ver cuantas veces rebotaba ahora que estaba calmado. -  ¿Algo más que quieras saber sobre mí? - le preguntó mientras se acomodaba un poco, sin tumbarse sobre el césped, simplemente sentado pero apoyado con los brazos hacia atrás, sintiendo la brisa en su cuerpo.

En realidad sobre Heinrich ya conocía leyendas e historias, nada que fuera malo, pero ya sabía quien era, tenía una reputación en Missing Mile, junto con los suyos, así que a pesar de no tener ninguna mala intención, no sería conveniente llevarse mal con él, ya pensaría en alguna forma de compensarle por meterse en sus tierras y así llegar a algún acuerdo entre ambos. -  Si crees que hay alguna forma en la que pueda compensarte por este malentendido ya que no quieres confiar en mí, sólo dímelo y haré lo posible. - esbozó una sonrisa ladina dejándolo claro para que ambos quedasen en paz.

El gitano tenía su atención puesta en el chico, quizás con demasiada intensidad ya que el otro no dejaba de desviar la mirada de él o si le miraba lo hacía de reojo, eso a Hein no le agradaba mucho, cuando hablaba con una persona prefería que ésta le mirase directamente a los ojos, pero mucha gente no lo hacía, quizás intimidados por su inquisitiva mirada de profundos e insondables ojos azules. Escuchó la respuesta a su pregunta, el joven rubio se presentó como Isaak, y además le dio su apellido que no sonaba para nada americano, a Heinrich le sonaba a europeo, a europeo del este aunque no supo concretar la zona concreta, quizás eucraniano, ruso...aunque el rubio no tenía un acento especialmente marcado que delatara su procedencia a primera instancia.

- No me debes nada - dijo mirando a Isaak - o bueno, quizás si que te tome la palabra -  sonrió de lado y se acabó por sentar al lado el rubio despreocupadamente. - Así que un médico con un hobbie por a mecánica. Tiene sentido, al fin y al cabo el cuerpo humano es una maquinaria compleja - divagó mirando el agua clara fijamente , luego miró al chico fijamente para ver su perfil - podría preguntarte muchas cosas pero quizás caeria en entrometerme demasiado, a veces puedo resultar muy poco delicado a la hora de saciar mi curiosidad - advirtió con una sonrisa leve- pero ya que te ofreces amablemente pues si que me gustaría hacerte algunas preguntas, por ejemplo ... ¿ Siempre eres tan amable o sólo lo estás siendo por temor a que tome represalias contra ti ?- Si no las había tomado hasta ese momento no es que pensara en tomarlas más adelante siempre y cuando el chico respetara las indicaciones que le había dado.

Luego de preguntar eso se acabó tumbando en el suave césped y poniendo los brazos bajo su cabeza a modo de almohada para estar más cómodo - ¿ Sabes ? podría aprovecharme de tu afán de intentar compensar la intrusión, pero hoy me siento benévolo y no te obligaré a que me chupes la polla ni nada de eso - bromeó medio divertido - pero quizás también te tome la palabra en ésto, Si algún día alguno de los míos o yo mismo necesitamos asistencia médica espero poder contar contigo y con tu discrección - ellos no acudían a los hospitales  o a los médicos si no era absolutamente necesario y ahora miraba a Isaak algo menos sonriente porque hablaba completamente en serio y esperaba desde luego una respuesta positiva de parte del intruso rubio.